Crónicas de montaje

Este año el premio al mejor montaje ha sido para el montador Bernardo Moll Otto por el cortometraje de ficción “Lo efímero” dirigido por Jorge Muriel. 

Bernardo estudió dirección y montaje de cine, además de varios cursos en postproducción. Ha montado cuatro largometrajes y más de veinte cortometrajes. En el año 2016 estrenó en cines su primera película como director, que también montó, “La historia de Jan” que ganó varios premios.

Trailer “Lo efímero”

https://vimeo.com/401127165

“Lo efímero” es un cortometraje muy especial, es pura poesía, desde que leí el guion supe que iba a ser una maravilla. El guion que escribió Jorge Muriel ya era muy visual, con muchos aciertos de montaje y propuestas muy interesantes. Me parecía muy difícil de rodar, pero Jorge (que además de escribirlo es el director) y el equipo de rodaje hicieron un trabajo estupendo y me encontré con un material exquisito.

“Lo efímero” habla de muchas cosas, del paso del tiempo, de la importancia de vivir el presente, de que las decisiones que tomamos en la vida, aunque nos condicionen, nos hacen madurar y terminan estando bien desde la aceptación y la gratitud con uno mismo. Por otro lado, hace un planteamiento de la sexualidad muy interesante, y nos hace reflexionar sobre los tabúes que podemos llegar a tener con el peso de lo aprendido y de lo que la sociedad dicta como correcto.

En este trabajo no tuve ayudante, la mayoría de las películas y cortometrajes que edito no suelo tener ayudante. El sentarme yo mismo a sincronizar y revisar el material me ayuda para ir haciéndome una idea de los planos que hay, y me sirve a la hora de abordar el montaje. Aunque es cierto que hay ayudantes maravillosos y que muchas veces te descarga de mucho trabajo el tenerlo y son un gran apoyo para el montaje, dando también su punto de vista.

En este corto Jorge y yo tomamos la decisión de que él estuviera durante el proceso en la sala de montaje. La mayor parte del tiempo trabajamos así, salvo una parte del final del corto que hice yo una propuesta y luego la rematamos juntos. Jorge es muy respetuoso y deja probar mucho al montador, nos entendemos muy bien y juntos fuimos hilvanando este precioso corto. Lo pasamos muy bien, todo fluyó de maravilla. La parte final nos costó un poco más, hasta dar con lo que realmente queríamos conseguir, pero al final encontramos la clave. Jorge es muy valiente, escucha mucho las propuestas y deja a otro lado ese enamoramiento que los directores suelen tener con lo que han rodado, y que tanto daño puede hacer al resultado. Y esto nos permitió ser muy honestos con lo que hacíamos y poder sacrificar cosas. Por ejemplo, en el guion original había unas frases del libro “Los años” de Virginia Woolf que al final decidimos quitarlas, y creemos que fue todo un acierto.

El proceso total de sala montaje fueron unas cuatro semanas, luego lo dejamos reposar un tiempo, durante el parón se lo enseñamos a gente de confianza y volvimos a trabajar una semana para hacer el corte final.

Como ya he comentado, en el guion estaba ya definida una estructura muy clara de secuencia de montaje, con los pasos de tiempo y propuestas de unión entre secuencias que fueron rodadas con esa intención. Aun así, en sala de montaje siempre se encuentran nuevas maneras de armar el puzzle y mejorar la propuesta inicial. Yo pienso que el montador es un privilegiado al ser el primer espectador de la película, y todo lo que yo siento o pienso durante el montaje, estoy convencido que el que luego vea el resultado final, lo puede sentir. Así que si hay algo que me chirría, estoy seguro que a un porcentaje de gente le puede pasar. Por eso soy honesto con lo que pienso y mis propuestas van siempre a favor de la historia, aunque haya que sacrificar cosas.

Lo que me resultó más difícil y a la vez más interesante fue toda la parte del metro. Tuvieron menos tiempo para rodar esas secuencias, ya que grabar el metro cuesta mucho dinero, y había partes grabadas muy largas, sin cortar, planos detalles de las miradas, de las manos… Y mágicamente al final encajó todo, fue emocionante sentir cómo todo fluía y ver la cara de Jorge al ir armando todos esos momentos maravillosos y poéticos del encuentro del metro.

También fue otro reto el tema de ver cuanta duración le otorgabamos a los planos vacíos. Estoy muy contento de cómo han quedado esos momentos, creo que van muy acompasados con el ritmo del corto y me gusta mucho el resultado.Otra cosa que me pasó cuando leí el guion, fue que me parecía complicado conseguir que el espectador no se perdiera dentro de todo ese entramado temporal que se planteaba, que entendiera muy bien quién era cada personaje dentro de los flashback y fast forward que hay. Jorge y yo trabajamos mucho a favor de esto en el montaje, y la verdad es que el planteamiento que ya traía Jorge hizo que todo fuera mucho más fácil de lo que yo me pensaba.

Admiro mucho el talento de Jorge Muriel y su capacidad para contar historias y emocionar, y estoy agradecido de que haya contado conmigo para montar “Lo efímero” y su anterior corto, “El niño que quería volar” una pieza también maravillosa que estuvo nominada a los premios Goya.

 

Bernardo Moll Otto

 

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